Uno de los proyectos más importantes que inició Don Andrés Ambrosio de Llanos y Valdez,
tercer Obispo del Obispado de Linares a partir de 1792, fué la edificación de la Catedral
del Obispado, la cual comenzó a levantarse en las manzanas comprendidas entre las calles
hoy denominadas Colegio Civil, Galeana, Gral. Tapia y Gral. Treviño.
El Obispo deseaba fijar el centro de la población en esa área, por las facilidades que el
terreno presentaba para una ciudad mejor acondicionada, sin embargo sus deseos no llegaron
a cumplirse debido a problemas con el Cabildo del Ayuntamiento y la negativa de los vecinos
de Monterrey a cumplir sus ofrecimientos de edificar sus casas en éste rumbo, con lo cual
casi en sus principios se suspendió la construcción de la Catedral.
La obra se fue destruyendo con el tiempo, después de haber servido como fortín en varias
guerras.
Por iniciativa del Lic. Santiago Roel, en 1940 se construyó por el Ayuntamiento de Monterrey,
un jardín conmemorativo (con frente a la calle Juárez), abarcando los restos de un muro que
aún se conserva en el lugar.
En la actualidad, y desde 1833, sirve como Catedral de este Obispado la que a mediados del
siglo XVII fuera primera parroquia de Monterrey.
Esta iglesia comenzó a construirse en 1626, pero no fué sino hasta 165 años después que se
concluyó, siendo consagrada en 1833 por el Obispo Belauzarán.
El reloj actual fué instalado en 1904, sustituyendo al fabricado en 1786, en México, por
Don Antonio Velazquez y que estuviera en el mismo lugar desde 1817.
La torre mayor fué iniciada en 1891 y concluida en 1899, durante el gobierno eclesiástico
del Obispo López.
Dentro de la iglesia se encuentran algunos cuadros considerados valiosos, así como frescos que
fueron restaurados por el prestigiado pintor Angel Zárraga.
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