José Eleuterio González
Gonzalitos, como cariñosamente lo llamara el pueblo agradecido, nació en Guadalajara, Jalisco,
el 20 de febrero de 1813, siendo sus padres Don Matías González, capitán de milicias, y Doña
Antonia Mendoza.
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Hizo sus primeros estudios en el Seminario de aquella ciudad, cursando también allí algunos
años de medicina, carrera que concluyó en San Luis Potosí, muy joven todavia.
Llega a Monterrey en noviembre de 1833 cuando el terrible cólera morbo asolaba al Estado; y
fué tanta su abnegación para con las víctimas de la fatal epidemia, que todos, llenos de afecto
y gratitud, comenzaron a llamarle Gonzalitos.
El Dr. González fué un enciclopedista de vastísima ilustración y prodigiosa memoria.
En el ejercicio de la medicina fué sencillamente admirable:
médico filántropo, nunca cobró honorarios, limitandose a recibir de sus clientes agradecidos
lo que ellos querían obsequiarle.
En sus estudios históricos regionales son bien conocidos sus laboriosos trabajos de
investigación; en literatura fué un maestro y, en suma, sus conocimientos
en todos los ramos eran muy profundos.
Estableció la Escuela de Medicina y el antiguo Hospital Civil, que en su memoria se llamó
Hospital González.
El hospital abrió al servicio público su primera sala el 2 de mayo 1860.
Poco a poco continuó edificandose con el apoyo de donativos particulares, funciones de teatro,
jamaicas, etc.
El propio Gonzalitos donó en su vida importantes sumas para la construcción,
lo mismo que a su fallecimiento. La cláusula sexta de su testamento decía : "Es mi voluntad
que se venda la casa que tengo en la calle de Morelos, frente al Palacio de Gobierno, y que se
destine su producto, por mitad, al Hospital Civil y a la Escuela de Medicina.
No logró el sabio ver totalmente concluida su obra que con tanto entusiasmo había emprendido
desde 1858, pero la dejo tan avanzada que solo detalles secundarios quedaron pendientes de
ejecutar.
La producción literaria, científica e histórica del Dr. Gonzalitos fué abundante, pero todas
sus obras están agotadas.
Sus discursos forman un volumen de muchas páginas; tres tomos
comprenden sus notables y minuciosas investigaciones en los archivos registrados, y dos las
cartas de Padre Mier y la autobiografía del mismo. Opúsculos numerosos complementan sus labores
de escritor.
Durante la administración del general Treviño, dos veces fungió como gobernador interino,
aunque por muy breve plazo, aprovechando de inmediato su elevado cargo para crear la escuela
normal de profesores, reglamentando su funcionamiento por decreto del 25 de noviembre de
1870.
Fueron tantos y tan importantes los servicios que Gonzalitos tenía prestados al Estado para el
año de 1876, que después de haber sido declarado ciudadano del mismo, se le concedió luego el
título de Benemerito de Nuevo León, "por la parte activa que ha tomado y toma - dice el decreto
respectivo - ya como iniciador, ya como cooperador, en cuanto tiende al progreso de las ciencias,
de las artes y de las mejoras materiales del mismo Estado, y en particular de las de esta
población.
Por su constancia y vigilante empeño en favor de la educación de la juventud.
Por su asiduo trabajo personal y su protección pecunaria al establecimiento del Hospital Civil
y Militar de esta ciudad, que tiene ya casi en perfecto arreglo. Y por la asistencia
filantrópica y desinteresada que imparte a cuantos le ocupan en su profesión, como diestro
cirujano e inteligente médico y con particularidad a los pobres y los desvalidos".
A su muerte, en abril de 1888, miles de personas desfilaron ante su ataud para darle al
filántropo, entre llantos, su último adios decretandose tres días de luto en todo el estado
de Nuevo León.
Apuntes Historicos.
Lic. Santiago Roel.
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